Diario de Calcuta (viernes, 14 de enero de 2011)

Hoy, 14 de enero, vigésimo cuarto día de nuestra estancia en Kolkata, quien me iba a decir el primer día que llegué aquí que al final me iba a adaptar tan bien.

Realmente disfruto paseando por estas calles donde la contaminación, la suciedad y la miseria se mezclan en partes iguales.

Es impresionante ver cada día al amanecer como la calle se llena de gente lavándose a pesar del frío, enjabonándose bien todo el cuerpo, vistiendo únicamente un pareo para cubrirse. Lavan la ropa en el suelo, la extienden bien y luego la frotan con un cepillo o piedra, es como regresar al pasado. Vas pasando por la calle y te encuentras a gente lavándose los dientes o a niños vestidos de uniforme camino del colegio, es algo alucinante. Hay una mezcolanza sorprendente en cada metro de acera.

En algunos aspectos los habitantes de Kolkata son poco cuidadosos con la limpieza de sus calles, pero sin embargo son extremadamente limpios,  yo me imagino a cualquiera de nosotros viviendo en esas condiciones, ¿seríamos capaces de lavarnos?

Son desordenados  y sin embargo tienen un orden que no deja de sorprenderme, como por ejemplo todo lo que está relacionado con los trámites burocráticos, miran con lupa todos los documentos.

Respecto al estilo de conducir, van a su aire, pero son buenísimos porque tienen muchísimos reflejos.

Son muy secos en el trato y se aprovechan todo lo que pueden de los occidentales, algo que yo entiendo, pasan necesidades y tienen que agudizar el ingenio para ganarse unas rupias.

Dentro del desorden tienen orden, dentro de la miseria son limpios, dentro de lo secos que son siempre hay alguien dispuesto a echarte una mano. Ayer fui a probarme un sari a una tienda donde ya había estado anteriormente, me atendió una mujer que ya conocía y con ilusión me lo colocó, sin entender nada de nada le pregunté que donde podía hacerme un “top” (parte de arriba), no entendía nada y yo menos, me indicaba la dirección de New Market. Le dije “please” con las manos juntas a la altura del pecho, miró el reloj, me sonrío, salió de su tienda y me acompañó hasta New Market. Este lugar es como un laberinto de tiendas y pasadizos, pero me llevó hasta una tienda a comprar la parte de debajo del sari, una especie de forro, luego al sastre. Aquí sólo trabajan los hombres, ellos hacen de todo, cosen muy bien, encerrados en pequeños cuartitos con sus máquinas. Ella me negoció el precio del “top”, le dijo hasta donde lo quería y me tomo medidas de todo. En principio me pedía 400 rupias, ella me dijo que esperase y al final me lo dejo por 200 rupias. Es curioso como hay personas que no quieren que los suyos se aprovechen descaradamente de los occidentales, esto me hace sentir muy bien.

En este mundo hay de todo en todos los países, cada uno vive esta vida como la siente, como sabe o como puede, es nuestra película.

Mañana tengo la intención de comprar una caja de bombones para regalársela a esta buena mujer, para demostrarle mi agradecimiento por su buen gesto. Aquí en Kolkata siempre está LAURA conmigo. 

El día ha sido completo, todos diferentes pero a cual más especial, me faltan horas…

Cuando venía hacia el hotel hacia un poco de frío y he visto que había gente en la calle sin mantas y temblando, me ha tocado la fibra sensible. Mañana tengo la intención de buscar mantas para intentar mitigar el frío de esta buena gente, seguro que si encuentro alguna. 

Gracias LAURIINA por esto, por todo lo que me das cada día y por todo lo que das a todas las personas que quieren estar contigo. 

¡¡¡TE QUIERO!!! ¡¡¡SIEMPRE LAURA!!!

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