Diario de Calcuta (miércoles, 5 de enero de 2011)

Hoy, 5 de enero, decimoquinto día de nuestra estancia en Kolkata, estoy viviendo una situación surrealista. Esto es de risa, no puedo con ellos, no se que hacer, cada día tengo más ganas de aprender ingles, sobretodo en estos momentos que me tiene el señor de las gafitas hasta el moño, eso que era el más simpático, claro le debe molestar que le diga que me limpie la habitación de forma insistente. Es que no hay quien pueda, me la limpian un día y al día siguiente estamos igual; ayer me dice uno que tengo que encender la luz verde que hay en la puerta de la habitación para que la limpien, pero hoy me he marchado a las 5:30 y he vuelto a las 20:00 horas, la luz verde seguía encendida y la habitación sin limpiar.

No me limpian la habitación y no me ponen la botellita de agua que está incluida en el precio de la habitación, para ser un hotel que está bien y con cierta categoría en la zona suena a tomadura de pelo. Se me quitan las ganas de decirlo una vez más en recepción, porque no me importa comprar cada día una botella de agua, pero como dice el refrán: “El que paga manda”. Sin agua y sin limpiarme la habitación, es demasiado.

Me parece que el recepcionista se ha enfadado un poquito más conmigo, porque ha bajado un inglés muy amable conmigo y me ha echado una mano para comunicarme. Ha cogido su portátil y me ha dicho que escribiera lo que quería decirle al recepcionista y que el ordenador se encargaba de traducirlo de español a inglés. Así lo he hecho, pero no le ha gustado a juzgar por la cara que ha puesto. Lástima que no puedo hablar claro porque sino le diría que estoy cansada de repetir una y otra vez lo mismo, que deberían ser más agradables en el trato y cuidar más la limpieza de las habitaciones.

Deberían estar contentos y mimar más a huéspedes como yo, que apenas ensuciamos y que no comemos en la habitación, porque luego queda el pasillo lleno de bandejas. Como cuando veo una habitación abierta, es para salir corriendo escaleras abajo y no mirar para atrás de cómo están: llenas de comida y hechas un verdadero desastre.

A pesar de todo me siento bien, hay que tomarlo con filosofía y reírse un poco de estos pequeños contratiempos.

 
 
Esta tarde me ha surgido algo, nunca planeo nada, me estoy dejando llevar, LAURA me lleva donde debo ir así es. Como mis amigos están en Varanasi de visita, he querido cambiar de menú y he ido al “Blue Sky”, casualmente me he encontrado con unas voluntarias muy agradables que ya conocía y he comido en su compañía. Hoy mi comida ha consistido en una especie de espaguetis con gambas y pollo, que afortunadamente no estaban muy mal. Terminada la comida me han invitado a unirme a ellas y no he dudado ni un instante, como si LAURA me hubiera dicho: mamá vete con ellas. A priori yo solo pensaba en ir al hotel a descansar y asearme un  poco, pero siempre tengo mi señal…
Hemos ido a Daya Dan, que significa “Regalo de Amor” y es un centro para niños con alto grado de dependencia. NO HAY PALABRAS para describir lo que he visto y he vivido entre sus paredes. Al principio he estado ayudando a cambiarles y a levantarles, después he ayudado a darles la cena. He estado dando la cena a una niña de unos doce años, difícil saber su edad, una niña con grandes problemas nerviosos porque no podía estarse quieta ni un solo instante. Tenia cierto temor por si podía atragantarse con la comida, pero LAURA me ha dicho que no pasaba nada, que tenía que darle su cena y así ha sido ha comido bien y sin problemas.

Los voluntarios que suelen estar allí me han dicho que esa niña era la que más grado de dificultad tenía, pero con la ayuda de LAURA todo ha sido coser y cantar.

Después he seguido dándole la cena a otra niña, con cierta dificultad pero todo muy bien. Con LAURIITA todo va siempre viento en popa.
Hemos estado después de ayudar con la cena acariciando a otra niña, es impresionante la enorme ayuda que necesitan en todos los sentidos, a nivel afectivo, económico y de poner medios que les faciliten su vida cotidiana.

No valoramos la vida que tenemos, porque tenemos mucho más de lo que necesitamos para cubrir nuestras necesidades, nos sobra mucho que podíamos compartir con las personas necesitadas, sobretodo con las enfermas. La gente de la calle realmente no me dan pena, veo que están en su mundo y aparentemente son felices.

Los que realmente me dan pena son los niños enfermos, principalmente los que veo como se quejan porque tienen dolor, pero que no pueden expresarse por su enfermedad, se encuentran totalmente limitados e indefensos.

Esta es una experiencia que resultaría muy instructiva para muchas personas, para abrirnos más al mundo y a las necesidades de los demás, para no ser tan egoístas y para que no nos quejáramos por cosas sin importancia. 

Después de esta positiva experiencia en Daya Dan he vuelto a mis dominios en Sudder Street. He cenado en “La taberna vasca”, el menú como siempre: dos huevos con patatas, para que cambiar.

Dentro del grupo que hemos ido a Daya Dan había un voluntario que está alojado en mi hotel, pero no habíamos coincidido nunca, hoy me he enterado que el próximo viernes se va de Kolkata, tendría que ser así, las cosas fluyen de forma mágica, sin dudarlo siempre es lo mejor para mí, tengo un enchufe directo con el Cielo…, SIEMPRE LAURA.

La mañana ha transcurrido como cada día, a las 5:00 me he levantado, no pensaba llegar a misa DE 6:00 en la Casa de la MADRE TERESA porque quería descansar. La Hermana Maria le había dicho a Josep que quería hablar conmigo y al final he ido a misa. Hemos estado hablando un buen rato y me ha dado un libro para que lo lea, pero no veo de donde voy a sacar tiempo, me parece imposible pero lo intentaré. Después he pasado el resto de la mañana en la Casa, ayudando a hacer unos sobres, porque toda la ayuda es poca y bienvenida. A media mañana me han traído un té con pastitas y dos platanitos, porque las Hermanas saben que los voluntarios comemos mal y se preocupan por nosotros, nos cuidan mucho.
 
Lo que me sigue sorprendiendo es que cuando voy por la calle en la misma acera puedo ver a un señor afeitándose, otro pelando verdura, otro durmiendo sobre la acera, otro friendo alimentos, dos niños completamente desnudos, un perro durmiendo, todo un mosaico de personas y animales uno a continuación de otro, como los fotogramas de una película. Cada persona hace lo que quiere y nadie se preocupa por su vecino de acera. Por la mañana temprano cuando paso están todos lavándose bien, se enjabonan bien el cuerpo, se ponen un pareo para cubrirse mientras se frotan por debajo y luego se aclaran. De igual forma que les ves haciendo pis, de cara a una pared, tu pasas al lado y ellos siguen a su aire sin inmutarse, no se meten con nadie solo te miran y ya está.

Lo más limpio que he visto hasta el día de hoy es el metro de Kolkata, sorprendente lo limpio y cuidado que está frente a la suciedad que hay en sus calles.

Me voy a ir a descansar, no comento mi estado pero es horrible, me duele la espalda de forma indescriptible y estoy terriblemente cansada. Estoy en Kolkata, una ciudad donde tan solo con salir a la calle ya te agotas, pero LAURA está conmigo y me echa una mano siempre. 

TE QUIERO MI PEQUEÑA LAURA.

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